11 May Mi hijo se porta mal
Una tarde de verano estábamos haciendo cola en un parque de atracciones una amiga mía y yo cuando su hijo de dos años y medio empezó a comportarse “mal”, entiéndase por mal comportamiento, tirarse al suelo, tirar de la falda de su madre e interrumpir constantemente nuestra conversación.
Mi amiga se puso muy nerviosa y le pegó un buen grito además de amenazarle sin subir a la atracción si no paraba de hacer lo que estaba haciendo. Cuando terminó de increparle me dijo, ¿ves cómo se pone? Es imposible hacerlo de la manera respetuosa esa que tú me dices.
Tengo que decir que llevábamos en la cola ya más de 20 minutos. Miraba a mi alrededor y veía a gente que soportaba la espera de diferentes maneras: manteniendo una conversación con el de al lado, tecleando en el móvil sin parar o fumando, incluso había quien se había traído una especie de palo con silla incorporada de las que se venden por ahí. La mayoría de las personas había buscado algo con lo que entretenerse para poder soportar la espera, en cambio al hijo de mi amiga ni siquiera le habíamos dado esa opción.
Teniendo en cuenta la edad que tenía era bastante esperable que no aguantase todo ese tiempo haciendo cola. Y encima le había caído una buena reprimenda por haberse comportado de una manera totalmente normal para su edad.
¿A DÓNDE QUIERO LLEGAR CON ESTA HISTORIA?
A darnos cuenta de que muchos de los comportamientos que nos preocupan de nuestros hijos son completamente normales y que si somos conscientes de la etapa de desarrollo en la que se encuentra nuestro hijo/a, si nos hemos informado sobre las distintas etapas del desarrollo infantil será mucho más fácil anticiparnos a algunas de las situaciones con las que nos vamos a encontrar.
Podéis haceros una idea de si el comportamiento de vuestro hijo es “normal” o no, en este post (en inglés) de la página Hey Sigmund.
En el caso de las colas y esperas en restaurantes, podemos llevar rotuladores y folios, cuadernos para colorear, puzles, etc. En el restaurante también podemos esperar justo al momento que traigan la comida para sentar a nuestros hijos o inventar juegos de dedos. En el caso de otros comportamientos como pegar, morder, y/o empujar, debemos saber que son actitudes que se pueden dar incluso hasta los 4 años.
Esto no quiere decir que dejemos que nuestros hijos vayan haciendo daño a los demás pero es mucho más respetuoso intentar redirigir la conducta, distraer o explicar lo que esperamos de él antes que gritarle o castigarle por una actitud que como he dicho entra dentro de lo normal y esperable.
Y por supuesto que YO, como mi amiga, también he gritado a mi hija alguna vez, porque como ella, soy una madre de carne y hueso, así que por descontado no la estoy juzgando, pero cuando he tenido en cuenta el momento evolutivo en el que se encontraba mi hija, cuando he anticipado que sus necesidades estuviesen cubiertas (sueño, cansancio, y/o hambre) cuando me he puesto en su lugar o cuando me he adelantado a sus reacciones, os puedo asegurar que todo ha fluido mucho más y mejor.
¿Os animáis a probar?
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